EL AUTODOMINIO
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El autodomnio me permite pensar, actuar y sentir
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Uno de los valores mas importantes en cada ser humano es el dominio de si mismo; lo cual va dentro el autodominio.
Es una actitud
que nos estimula a cambiar positivamente nuestra personalidad. Esto se debe a
que uno puede controlar los impulsos de nuestro carácter y la tendencia a la
comodidad mediante la voluntad. De esta manera y serenamente seremos capaces de
confrontar los contratiempos y a comprender de una manera más paciente las
relaciones personales.
Siempre que se
realizan acciones totalmente inadecuadas, es justamente porque esa fuerza
interior no existe. Nuestro estado de ánimo, resulta en una convivencia poco
grata, que finaliza siempre en el impedimento de nuestros propósitos
buscados.
Ahora bien,
¿de dónde proviene ese poder de autodominio? Diríamos que son valores que se
forman diariamente a través de su práctica y obviamente en el esfuerzo que uno
ponga para descubrir su personalidad y dentro de ella, aquellos rasgos poco
favorables. A tal punto que las costumbres y hábitos que poseemos, hacen que
este valor brille por su ausencia, nuestra tarea en autoanalizarnos para ver
cual de ellos nos determinan e impiden vivir a pleno el autodominio.
Las formas de
reacción ante determinadas circunstancias y los distintos aspectos de nuestra
personalidad, es reconocida a través del autodominio. Por ello, nuestras
prácticas deben ser siempre desde una perspectiva positiva. Estos cambios no son
sencillos, ya que involucran los diferentes ámbitos de nuestra vida (laboral,
económica, familia, pareja, entre otras), por ende requieren atención y esfuerzo
para prever nuestras reacciones.
Ojo, que hay
cosas muy pequeñas que también constituyen una manera excelente y oportuna para
practicar el autodominio. Y ello esta vinculado a las costumbres más radicadas
en nosotros, es decir nuestros gustos y comodidades personales. A partir de
aquí, podríamos comenzar a fortalecer este valor, mediante la capacidad de
privaciones agradables para sobrellevar situaciones no placenteras.
¿Cómo podemos
advertir que carecemos de ese valor, o estamos frente a personas que no lo
ejercitan? Simplemente, vemos que algunas personas quieren ser el centro de
atención en cuanto lugar se les ocurra, o absorber conversaciones y demostrar
constantemente sus logros. Si en cambio, son personas que actuamos con
sencillez y no hablamos de más, es porque poseemos el valor del
autodominio.
Sin embargo,
uno puede preguntarse ¿cuáles son los beneficios de este valor? La respuesta es
positiva y variada, por ejemplo en la familia el autodominio es indispensable,
ya que nos permite poseer una sana convivencia, tolerar fricciones del día a
día, entendernos más a través de la comprensión, serenidad, cariño y
responsabilidad ante nuestros seres.
Además, nos
impulsa a ser discretos y maduros, ante situaciones que son incongruentes con
nuestra forma de pensar. Ello, recuerda evitará que las demás personas nos
critiquen y difamen por no actuar con autodominio.
Todos nuestros
hábitos pueden perfeccionarse, a través de su práctica y del esfuerzo. En su
inicio y desarrollo, deberemos aprender a escuchar más, no sobresalir delante de
las personas por malos hábitos, modales o falta de educación, entre otras.
Impide dar consejos no solicitados e imprudentes en cuestiones que a lo mejor no
pertenece a tu vida relacional. Es por ello, que evites las actitudes que te
enojan para cuidar tus relaciones personales.
Siempre
reflexiona las situaciones del día a día que te afligen, te generan pereza o
impiden que logres cumplir con tus responsabilidades. Para luego pensar alguna
actitud correcta a llevar a cabo y lograr formar en ti, este valor denominado
autodominio, y observarás que luego lo podrás efectivizar en cualquier escenario
de tu vida cotidiana.
Sentirás la
tranquilidad del deber cumplido y en el momento oportuno. Ya que aprendimos a
controlarnos internamente, viviendo una genuina alegría, ya que los
contratiempos no forjarán estos nuevos valores. Por ende, todo esto nos ayudará
a poseer relaciones personales gratificantes, debido a la franqueza y sutileza
en el trato.